lunes, 7 de septiembre de 2009 | By: El Nazareno

Carro que se duerme, se lo lleva la corriente


Vaya casualidad.

Pareciera que Dios decidió hacer un pequeño hueco en su abarrotada agenda, para visitar mi blog. Y es que quiso demostrarme dos situaciones: uno, la inutilidad en los proyectos del Gobierno del Distrito Federal (GDF) para prevenir -o, en su caso, solucionar si ocurren- emergencias; dos, que nos quejamos ante la ausencia o el exceso. ¿Quién nos entiende?

Dos horas y mucha suerte fueron necesarias anoche para llegar a un destino en el que, en condiciones óptimas, el transcurso dura de 20 a 30 minutos. Digo mucha suerte, porque literalmente cruzábamos (los demás automovilistas y yo) ríos de casi un metro. Varios automóviles quedaron a la deriva en una zona, con su automóvil apagado por el agua; yo sólo pedía al santo de mi devoción llegar a mi casa sin contratiempos mayores.

Era un laberinto de asfalto; la entrada a Viaducto estaba cerrado, Churubusco estaba lleno. Después de varias adivinanzas, llegué. Pero muchas personas no cantaron el mismo verso; cierto número de horas después, aún no podían destapar las coladeras, y eso que se destinaron 45 mil millones de pesos por parte de la Conagua para planear y llevar a cabo programas de abastecimiento de agua potable, mejoramiento de alcantarillado y saneamiento.

Doble jalón de orejas para Ebrard; él es el encargado de monitorear que esta planificacióin se estructure en resultados favorables, que cumplan su objetivo. Para la otra el cinturón espera su turno (y no precisamente para apretarse, el uso que le da Calderón).

Muy mal, muchachito, muy mal....