jueves, 18 de diciembre de 2008 | By: El Nazareno

El zapato volador...


No fue el ataque de un periodista irakí contra el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica; no fue un zapato buscando encontrar la humanidad de George Bush; fue más que eso.

Fue una muestra de mostrar el repudio que varios sentimos hacia esa persona, que más que un mandatario, es un sujeto con ambición maquia-bélica. El hecho para muchos resultó gracioso. Para otros fue digno de admiración, y ya es considerado un héroe en su país. Para mí es un sujeto con las agallas suficientes para dar la cara por media humanidad. Cuántos no sintieron ganas de hacer lo mismo o algo más.

Aquel zapato, que volaba con la ira que buscaba aterrizar en el rostro de George, que más bien es la máscara del descaro, no es tan poderoso como una bomba, con las que Bush ha conquistado países, pero sin duda es un excelente arma contra el cinismo de un criminal con charola.
viernes, 5 de diciembre de 2008 | By: El Nazareno

Más grande que Dios...

Tan poderosa como la más letal de las armas, tan apocalíptica como la más elaborada de las profecías vuelta realidad, y tan concretamente abstracta, que lo es todo sin ser nada.

Curioso, que de apenas menos de 30 símbolos, podamos codificarlo y definir infinidad de objetos, darle un concepto tan diferente uno del otro, con apenas esos signos que llamamos “palabra”.

La palabra es más grande que Dios, porque son precisamente las palabras las responsables de concebir lo que es el creador absoluto. Son el recurso que le da forma e imagen, la perfección de la que está hecho. Y sin embargo, al igual que El Señor, no existen.

No las podemos ver, ni tocar, ni respirar, pero sabemos que están ahí. Pueden resumir nuestra existencia, y pueden darle sentido a la vida. Una sola puede cambiar el entorno de las circunstancias. Pero no reparamos mucho en ello.

Sólo vivimos sin apenas percibirlas. Las utilizamos en todo momento, y al mismo tiempo, las ignoramos, sin comprender que existen primero ellas, y después el ser. Tan decisivas, que sin ellas, no tendríamos un nombre que nos identifique y distinga de los demás. Seríamos un ser humano más del montón, un número.

Y aún así, no nos interesa seguir sumergidos en el fango de la ignorancia.

Desconoceríamos de todo conocimiento si no existieran. Es la manera en que las usamos, que nos separa de los demás animales. Precisamente, sin palabras, no seríamos lo que hoy día conocemos como persona.

Escribo, luego existo.