lunes, 20 de septiembre de 2010 | By: El Nazareno

Ya ni modo...

Escribir acerca del narco ya no es un tema que a la gente le resulte novedoso, lo cual en verdad es preocupante. Superamos el límite hace tiempo y parece que, como dijera Ismael Zmabada en una entrevista para la revista proceso hace unos meses, el gobierno llegó tarde a combatirlo y, en cambio, se esparció muy súbitamente entre la sociedad, enraizando su cultura entre los jóvenes de todos los estratos sociales que, sean de un barrio marginado o de Lomas de Vista Hermosa, igual escuchan "la banda norteña y los carros del año".

La manera de operación ha cambiado. Ya no existen esos grandes capos, líderes casi absolutos de los territorios y míticas figuras incapturables, sino que ahora es un rol efímero, en el que el que asciende a jefe de alguna plaza ya debe tener un reemplazo confiable, pues es cuestión de meses, quizá, para que su discípulo en el narcotráfico ocupe su lugar.

También la manera de exhibirse se ha modificado. Antes no deseaban ni siquiera que se mencionara su nombre en las canciones y menos ser la nota del día; ahora los narcotraficantes desean ser famosos y salir en la televisión para intimidar a los cárteles contrarios. Antes era suficiente un par de asesinatos necesarios y algo discretos, ahora el cártel que no muestre als cabezas degolladas de sus rivales es una agrupación "fresa" y débil.

Antes la autocensura era suficiente para que los periodistas reflexionaran sobre sus notas; ahora los ataques son parte imprescindible para que el narcotráfico se haga notar, sobre todo en el norte del país en donde se concentra gran parte del problema, como el ataque al principal diario de Ciudad Juárez, que no tuvo opción más que publicar una pregunta directa al narcotráfico. Una pregunta contundente y necesaria, prudente y que habla por todos los periodistas: "¿Qué quieren de nosotros?".

México es el país más peligroso para ejecer el periodismo en su fuente nacional y de justicia. Hemos alimentado al lobo con nuestro miedo e incapacidad de reacción ante un problema que, sin duda, nos ha superado como sociedad y, aunque no está sólo de nuestra aprte la solución, nuestra tolerancia provoca no exclusivamente que el narco sea tan fuerte, sino que siga en expansión. Hemos creado un monstruo...
domingo, 19 de septiembre de 2010 | By: El Nazareno

Un viajesote... a ningún lado


El taxista seguía con su monólogo en el que yo simplemente me limitaba a responder con un pequeño intento de mujido, en señal de afirmación. No tenía algo para agregar, pues en parte tenía razón y únicamente imaginaba otros ejemplos del motivo de su indignación; no soy miembro del departamento de quejas ciudadanas, pero era imposible no prestarle atención al sujeto, porque sabía que estaba en lo correcto.

El enorme "puente" con motivo del festejo del Bicentenario era el tema de conversación del conductor, quien tal vez sin la intención de tener la razón explicaba que si la intención de Calderón era promover el turismo, debía de tener otros planes. A partir de ese ejemplo, surgieron otros temas.

Había que pulir un poco su explicación; la propuesta es planteada por él en una iniciativa de Ley que pasa por unos filtros, en este caso serían las secretarías correspondientes como la de Turismo, la de Educación Pública y otras involucradas; además, el decreto es oficial cuando se ha aprobado a través de las Cámaras y del Congreso de la Unión. El presidente propone y los enfermos de testiculitis aprueban.

Evidentemente, se necesitan planes mejor elaborados para atraer al turismo. Como el ilustre transportista de individuos sugería, debía invertirse más recursos en el mantenimiento del pavimentado, alumbrado público, seguridad en zonas turísticas, una castea de información... una marejada de ideas que eran ciertas porque la ciudad los necesita, pero no es una garantía que se incremente de manera considerable el turismo de esa manera.

La mayoría de los turistas prefiere visitar las playas y otros lugares más alejados de la ciudad, por lo que no estaría mal un proyecto de recuperación de costas. Acapulco es una zona muy descuidada que, si la comparamos con Cancún, ha perdido considerablemente la cantidad de ingresos por turismo que años atrás precisamente por un gran descuido de estas zonas. El descuido de la gente provoca una gran contaminación terrestre y marítima, sin contar el "smog", como lo que poco a poco ocurre también con el Puerto de Veracruz.

¿No es una gran ventaja el hecho de que en Estados Unidos la mayoría de edad sea de 21 y aquí de 18? Para el turismo mexicano, definitivamente sí. Los iniciantes del fenómeno vacacional-sexoso-desmadroso llamado "Spring break" provocaron una en verdad considerable entrada de ingresos de turistas que venían a embriagarse y hacer lo que en su país les resulta imposible a su edad; esta cantidad de jóvenes proboca que muchos paisanos visitemos las playas en esa temporada.

Resulta una pena que nuestro gobierno no considere invertir más en ese tipo de cuestiones y, en cambio, invierta más de 600 millones de pesos en una fiesta que, como ya lo expliqué, quizá no era tan necesario un macroevento sino una celebración adecuada con un presupuesto considerable, o que se apoye la formación de nuevos cuerpos policiales -que ya han sido varios para un solo sexenio-, y no planificar una estrategia definitiva dentro de una sola policía.

Ni hablar de cómo se administra a nivel local el presupuesto. Los metrobuses, es cierto, permiten un transporte colectivo más rápido, pero más caro -considerando el sueldo promedio de una persona que debe usar este medio de traslado dos veces al día-, pero provocan un caos vial superior debido a la imposibilidad de dar vueltas a la izquierda en las avenidas donde se encuentra una ruta de metrobus.

Este lío provoca que se busquen nuevas maneras de generar ingresos de manera no honrada, como el levantamiento de carros mediante una grúa aunque estacionarse esté permitido en donde se encontraba el vehículo, o prohibir las vueltas a las calles -sobre todo en la zona de Plaza Meabe- de la noche a la mañana y sin un motivo real.

Ello provoca descontento de la gente al descubrir la cantidad de infracciones, pero no se provoca un movimiento generalizado de inconformidad por nuestra incapacidad de liderazgo para organizar, y cuando hay alguien que las realiza provoca asfixios viales, como el ocasionado en la carretera México-Toluca, hace algunos días. Sin embargo, si no es así ¿cómo se manifiestan? -y ni así fueron escuchados los inconformes-. Y seguimos en las mismas...

El taxista se orillaba mientras yo contaba el dinero para pagar. El trayecto tomó demasiado tiempo porque las calles de la colonia centro estaban llenas de personas que festejaban por el mero espíritu fiestero que comerciales como el de la gaesosa "Fresca" nos hacen creer que tenemos. Me da gusto saber que al menos algunas personas comparten algo de mi pensamiento.
jueves, 16 de septiembre de 2010 | By: El Nazareno

¿Valió la pena el festejo?


Ya pasó el Bicentenario y la tan esperada fiesta. La verdad es que muchos apenas y conocemos qué ocurrió hace 100 y 200 años. Esperábamos más el festejo, el hecho de ver a las figuras de la música y actores conocidos, el poder beber alcohol en algun bar o una casa en compañía de amigos o familiares y comer pozole, que esperar el momento sólo para enaltecer en memoria a los héroes de la revolución.

Esperen un momento. ¿Dije "héroes"?

También llamábamos así a cinco muchachos que, se dice, entregaron su vida por su patria durante la batalla en la que Estados Unidos (para variar...) intentaba invadirnos, en el año de 1847. La verdad es que no sabemos si en verdad luchaban por su nación -como cualquiera, supongo yo, lo haría en esas circunstancias- o simplemente no tenían otra opción; ni siquiera sabemos a ciencia cierta si combatieron o simplemente fueron acribillados refugiándose del peligro.

Se habla de una imagen de Miguel Hidalgo como "el padre de la patria", pero no de la versión del humano que intentaba ser Virrey de la Nueva España y que tuvo que provocar a los indígenas para conseguir su objetivo; No se conoce tan abiertamente la postura de un sacerdote de apellido Morelos que no siguió el celibato (sin relalciones sexuales).

No se reconoce a Doroteo Arango (T.C.C. Pancho Villa) y a Emiliano Zapata y otras figuras de la Revolución Mexicana como saqueadores y bandidos que robaban y abusaban de las mujeres a su paso, sino como símbolos de libertad y de patriotismo.

Caminaba por Insurgentes (nombre de un grupo de rebeldes, curiosamente, de la Independencia), avenida cerrada por los festejos callejeros, y no pude evitar pensar en que las proyecciones eran seguramente en una pantalla Sony, marca japonesa, grabadas por la cámara Phantom y ondeando banderas de México hechas en China, sin contar la participación del ejército ruso. La globalización es así.

También me fue imposible imaginar nuestro nivel de incompetividad comparada con otras naciones, al dar tres días de puente en empresas (micro y macro) y escuelas que, sumados con sábado y domingo (días no hábiles) son un total de cinco días de no producción. Pero para nosotros es mejor, porque podremos reposar la resaca del festejo en nuestra casa.

Muchas familias estarán felices por lo espléndido del Gobierno Federal en esta fiesta del Bicentenario y no faltarán las familias que vuelvan a votar por el partido al mando sólo porque al fiesta valió la pena; una estrategia que funciona con la mayoría del mexicano promedio y nos tragamos el cuento, pero desgraciadamente es así, tácticas para mantenerse en el poder (y el dinero que ello conlleva).

Se hablaba mucho de un nuevo movimiento en este año y en estas fechas, porque "la historia no miente". La idea era no conseguir un cambio por las armas, sino pacífico y gracias a las redes sociales, no asistiendo a los eventos organizados por el Gobierno. Parece ser que no todos comprendimos el sentido que no asistir a estos eventos significa, pues en cada carpa había una cantidad considerable de personas y en el desfile, 450 mil; o será que aún la mentalidad promedio está más preocupada por su propio bienestar o comodiad a corto plazo; tal vez es que el internet no tiene aún el alcance necesario para ello o puede ser que simplemente nos da miedo el cambio.

Visto desde este humilde punto de vista, quizá no hubo mucho por lo cual festejar... como cada viernes por la tarde.