sábado, 14 de febrero de 2009 | By: El Nazareno

Amor y amistad... a la mexicana

Hoy, los restaurantes, los hoteles, los cines, los teatros, los centros nocturnos, desparramarán abrazos, besos y caricias. Hoy, las rosas navegarán por distintas manos, como ningún otro día del año acostumbran hacerlo. Hoy, las paletas y los globos con formas de corazón se repartirán a diestra y siniestra. Hoy es otro día de San Valentín.

Hoy, cientas de parejas se reunirán, en un rato, en el zócalo de la Ciudad de México, intentando romper la marca de un récord ya impuesto por Londres, de obtener el mayor número de duplas besándose, persona con persona, simultáneamente. Récord que intenta colocarnos en un status de reconocimiento a nivel mundial, grabando en el libro de Récords Guinness, una marca sin productividad, a mi muy personal perspectiva, al igual que la ya conseguida en Monterrey, con el abrazo más grande del mundo(...), el cual, por cierto, tuvo como pretexto -y de nueva cuenta, a mi necia manera de interpretar las cosas- promover el valor del amor y la amistad (se me ocurriría, de tener empatía con los organizadores del evento de ósculos, crear un nuevo apartado en la sección de récords. Quizá habría de organizarse al mayor número de personas posible, incitar a todos a adquirir una paleta en forma de corazón
-coincidiendo con el evento- y registrarlos como "El conjunto de personas más grande, lamiendo una paleta al mismo tiempo").

Paradójico que, hace unos días, los seleccionados de fútbol por parte de México demostraban su incapacidad de aceptar una derrota, ante Estados Unidos. ¿Será que, ante nuestra incompetencia en aspectos más trascendentes, queremos quedar en el recuerdo internacional, aunque sea teniendo la plusmarca del hombre más obeso del mundo?

Que Dios nos perdone por nuestra mentalidad, muy a la mexicana.
lunes, 2 de febrero de 2009 | By: El Nazareno

Que se acabó la fiesta - ¿Que qué?


Ayer, la cerveza se arrullaba salvajemente sobre los tarros. La espuma bailaba graciosamente, de un lado hacia el otro, hasta desparramarse de emoción y éxtasis. Los gritos se intercambiaban, desde ambos lados del campo, para llegar a la meta: la yarda 50.

La gran manta dorada obscura se ondeaba por todas las butacas, y los pañuelos volaban. El balón compartía caricias entre ambos equipos, y repartía golpes por doquier; provocaba sonrisas y lágrimas. Nos tenía ocupados a todos.

Una tarde que, entre la venda del alcohol, procuramos mantener viva durante 8736 horas. Pero al día siguiente, la llama se ha extinto. Un lunes de puente, servirá para que algunos puedan reducir la resaca. Otros aprovecharán para hacer lo pendiente, y atender un martes de manera normal.

Cambiamos el televisor por el ordenador, la playera del equipo favorito por la camisa, la cerveza por una taza con café. Esperando que mañana no sea un día ordinario, sino domingo. El súper domingo.

Así, millones aguardaremos la larga espera. Yo también.

¿Y la crisis?

Una taciturna expectativa del Súper Tazón XLIII, es lo que se tenía previsto, debido a la crisis que aqueja al país vecino del norte, y en general, al resto del mundo. Menos entradas, quizá una baja en los precios. Algun índice de la situación económica actual.

¿Resultados?

En las vegas, tan sólo de apuestas respecto al partido de "american football", se calcula que la cifra ascendió a los 94 millones de dólares. Más que en cualquier otro evento deportivo.

El precio del boleto para ingresar a la fiesta de las tacleadas, superó (a la reventa, por supuesto) los 2 mil dólares. Lo equivalente a un auto -aunque seminuevo- o a un televisor de grandes dimensiones.

Bajo esta clara evidencia, se demuestra que, para algunas personas, la crisis sale sobrando.

Sin siquiera conocerse...

James Harrison es un muchacho que ha dedicado su vida al deporte. Los cascos y el ovoide han sido su herramienta; el trofeo Vince Lombardi, su meta. Ha defendido el número 92 con la fuerza de una bestia, y a su equipo como un fiero león. Lo demostró al lograr una carrera de 100 yardas en una intercepción en el Súper Bowl XLIII (Cuadragésimo Tercero). Fue un punto importante para el campeonato de los acereros.

Bruce Springsteen es un reconocido (por no decir legendario, en mi intento de enaltecerlo) músico. Con "Born in the U.S.A." colocó al rock norteamericano en otro nivel. Sus más de 15 discos lo colocan con una reputación envidiable, musicalmente hablando, a nivel mundial.

Ambos sujetos quizá no se conocen, probablemente ni siquiera se han dirijido palabras. Tal vez sólo sabe uno de la existencia del otro, por ser figuras públicas. Pero indudablemente, juntos, ayer provocaron más de un orgasmo mental. Hiceron de un domingo cualquiera uno de los 365 días más jubilosos. Uno creó récord en un super bowl, el otro deleitó a sus fans con "Tenth Avenue Freeze-Out". Crearon las cuatro horas perfectas, como una labor en equipo, pero sin tener algo en común que satisfacer a sus fans. Para ambos, mis más extensas felicitaciones.