jueves, 24 de junio de 2010 | By: El Nazareno

Héroes sin rostro


Michael Phelps, Michael Jordan, Sidney Crosby, Félix Díaz, Muhammad Alí... podría hacer una lista interminable de grandes figuras de los juegos olímpicos, evento que cada cuatro años nos lleva a diferentes expectativas y sorpresas, alegrías y enojos, pero que igual disfrutamos la mayoría gracias a estos atletas.

Los Juegos Olímpicos, desde su gran comercialización y vasta publicidad, ha sido el evento de eventos seguido por el mundial de fútbol, que también se realiza cada cuatro años y ambos eventos están interseparados por dos años para evitar conflictos de calendarios; los Medios de Comunicación Masivos tienen una gran cobertura de lo que acontece en el inicio, en cada juego, competición, y clausura, además de hacer grandes reportajes, sketches... un gran objeto de consumo para el espectador.

Pero siempre dejamos en el olvido a unos héroes que, sin tener gran espacio en los medios, sin millonarios patrocinios y sin causar gigantescas notas en los periodicos ni llenos en los escenarios, realizan un esfuerzo incomparable durante su preparación y desempeño. Me refiero a los participantes de los paralímpicos.

En la televisión apenas muestran pequeños reportajes que buscan -como toda propaganda de los consorcios de las empresas de televisión en nuestro país- promover el sentimiento de lástima y patriotismo heróico que los participantes sin capacidades al cien por ciento (perdón por no utilizar eufemismos) provocan para enaltecer a A. Jean y Pliego indirectamente.

Son sólo una herramienta para atraer mayor aprecio de los televidentes, pero una vez conseguida la misión de transmitir el mensaje, son abandonados a su suerte; apenas impulsados por su gran valentía al enfrentar la vida, continúan un entrenamiento riguroso para darle mayor fuerza al brillo que hay en sus vidas: tener una participación más en los siguientes eventos.

Evidentemente podemos ver a Charles Barkley representar al equipo de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de los 90´s, continuar su trayectoria en la NBA y retirarse para ser comentarista en la cadena de televisión TNT. Sin que sea algo igual de trascendente, es una figura reconocida y en una sociedad idólatra, tiene tratos especiales en cualquier lugar.


Vemos a Fernando Platas, clavadista representante de México en los Juegos Olímpicos, como una figura importante e incluso llamado a ocupar un puesto político en Naucalpan (al igual que la corredora Ana Guevara ocupó un puesto delegacional en Miguel Hidalgo) cuando compitió en Barcelona 1992 sin haber conseguido una medalla; no fue hasta Sydney 2000 cuando obtuvo la de plata.

Gran contraste con Doramitzi González, una nadadora paralímpica que obtuvo 2 medallas de oro, una de plata y una de bronce en Sydney; 3 preseas doradas, una plateada y una de bronce en Atenas 2004 y dos medallas más en Pekín 2008. En cambio, los medios no le han dado el seguimiento que un verdadero orgullo nacional requiere.

Este fenómenos es sencillo de deducir: los MCM lo que desean es rating, el rating alto provoca un mayor ingreso en cuanto a publicidad por anunciar empresas y es difícil obtener el rating cubriendo estos juegos, porque a la gente no le gusta, quizá por ese mismo sentimiento de lástima que la televisión se ha encargado de irrigar en nuestra cultura.

Seguimos en las mismas. Seguimos marginando diplomáticamente a los que son diferentes de la mayoría y mientras esto siga así, nuestro país seguirá dividido por nuestras diferencias: en lugar de procurar una unión más sólida, buscamos esa individualidad que tanto nos separa de la verdadera evolución del ser humano. Ni modo.