miércoles, 2 de junio de 2010 | By: El Nazareno

¡Al tiro!


Sin duda, hay notas dentro del periodismo que sobresalen por el impacto que pueda generar y son éstas noticias las que alertan a la gente y que además induce al ciudadano lector a comprar el ejemplar; peor aún, de alarmarse por las repercusiones que el hecho atrae. Éstas son hechos que ponen en riesgo la seguridad del mimso lector y de un ciudadano común.

Hace tiempo, se dio a conocer en El Universal la nota de la venta de bases de datos en Tepito: del padrón electroal, de la población carcelaria, del perfil de los miembros del cuerpo de seguridad, etc. Evidentemente y sin aparente intención sensacionalista, el diario informa de las posibles consecuencias que esta venta ilícita trae para la población mexicana.

La nota más nueva de este tipo de problema es la venta de la base de datos del RENAUT, el programa mediante el cual se obtienen los datos de los usuarios de telefonía móvil al darlos de alta mediante la página de internet o desde el mismo celular. El tipo de venta era mediante una página que ofrece anuncios a los usuarios que deseen vender productos o servicios.

La pregunta es: ¿Realmente el hecho de leerlo representa un riesgo mayor al que lo era antes de conocer la nota? La práctica existió tiempo antes de que un grupo de periodistas y reporteros descubrieran el negocio; el daño era el mismo y sabemos que la extorsión y el secuestro han existido desde hace mucho tiempo; ahora, sin duda, podemos reconocer mejor cuando las llamadas son infundamentadas (cuando ni siquiera hay un motivo para pagar la cantidad que se exige), lo que ayuda a que no sea tan fácil la práctica o se modere un poco.

También sabemos que muchas bandas de secuestradores han sido formadas o lideradas por ex miembros de seguridad de la población; cuando algunos policías intentaron justificar la compra de las bases de datos, expusieron que les facilitaría el trabajo contra los extorsionadores... pero ahora me es similar a la historia de Pedro y el lobo.

¿Realmente vale la pena estar en paranoia constante sólo porque se dio a conocer esta nota? Evidentemente, este tipo de prácticas no debe ocurrir y es bueno denunciarlas, pero no con ello se soluciona el problema por arte de magia; es sólo la parte que corresponde tanto al ciudadano común como al periodista: denunciar. Cumplimos con nuestro trabajo, pero no es para mirar por detrás del hombro a la sombra. Prevenir sin alucinar; informar sin caer en el sensacionalismo.