viernes, 25 de diciembre de 2009 | By: El Nazareno

Todo vuelve


Las estrellas, tan lejanas y cercanas. Las vemos y sentimos nostalgia, nuestro pecho se expande y las lágrimas escapan con su presencia. La mayoría de ocasiones nos preguntamos, ¿por qué?

Fácil. Una madre reconoce a una hija por instinto; aunque la señora no haya conocido a la infante, una parte de ella (presentimiento, intuición, como deseen llamarle) le informa que es ella, la niña que volvió a los brazos de su madre. Los genes llaman, dice una frase.

¿Es posible viajar en el tiempo? Einstein ya lo había propuesto, pero, al igual que otros locos encerrados en su tiempo (Galilei, Da Vinci, etc.), no se le dió mucha importancia. Conforme el tiempo pasó, se demostró que las líneas tiempo-espacio están tan relacionadas, que no podemos concebir una sin la otra.

No hay una máquina, aún, diseñada para viajar a la velocidad de la luz, ni siquiera a la mitad de tal velocidad. Pero la teoría de la dilatación del tiempo dice que a grandes velocidades, el tiempo corre más despacio para el objeto que se desplaza: si se llega a cierta velocidad, una persona podrá percibir que han pasado 30 minutos, pero en su entorno, al detenerse, habrán pasado décadas o siglos. A mayor velocidad, más lento pasará el tiempo para dicho objeto.

Por lo tanto, si se viaja en una nave, a una velocidad ya descrita, regresará a la tierra, pero en el futuro.

Pero, ¿al pasado?

Ocurre un fenómeno curioso en la relación espacio-tiempo: los objetos que vemos en el cielo no los vemos tal cual son: los vemos en el pasado. ¿por qué?

La luz que recibimos del sol tarda aproximadamente 8 minutos en llegar a la tierra. por lo tanto, ¿qué vemos cuando miramos hacia la esfera luminosa? un sol del pasado, que existió hace 8 minutos de nuestra percepción. Las estrellas que vemos en el cielo las percibimos en ese momento, pero quizá ya no existen.

Un ejemplo más claro: el centro de la Galaxia de Andrómeda es el brillo en el cielo más lejano que podemos percibir a simple vista. Entre la tierra y dicho centro hay una distancia de más de dos millones de años luz, lo que significa que ese punto blanco existió hace dos millones de años, y quizá -en dado caso que así ocurriese- ya no exista.

Si usáramos un telescopio potente (pondré de ejemplo el Gran Telescopio Milimétrico de Puebla), podemos ver objetos 100 veces más débiles (en cuanto a luminosidad) que con un telescopio común; nacimiento de galaxias más lejanas... grandes metas. ¿El objetivo? ver el inicio del universo, el comienzo de todo lo que conocemos, el Big bang.

Tiempo y espacio son dos conceptos de una misma realidad.

No somos causa de un accidente, eso quiero que quede muy claro. El ateísmo es la práctica más ignorante -más que la drogadicción- de un ser humano. Una persona que cree que no hay un titiritero en esta obra llamada vida, es alguien que prefiere refugiarse en la indiferencia, ante el temor de sentirse sin control propio (libre alvedrío).

Somos el resultado de una causalidad, no de una casualidad. Por algo ocurrió el fenómeno de la evolución. De organismos unicelulares a humanos racionales. Quizá, en un pasado diferente, la línea de evolución hubiese diferido. No existiríamos. Cuánta razón tenía Darwin.

Iniciamos como australopithecus, controlando el fuego, inventando la rueda, aprendiendo la caza y el cultuvo, el uso de los metales y la exploración del mundo. Una vez descubierto gran parte de fenómenos en la tierra, al igual que el rencuentro madre - hija desconocida, centramos nuestra atención en las estrellas, de las que provenimos hace 5 mil millones de años. Resíduos de estrellas que manejan su propio destino. Todo vuelve. Algún día regresaremos a nuestro verdadero estado: polvo espacial, sin algo de especial.