lunes, 7 de diciembre de 2009 | By: El Nazareno

El que no tranza, no avanza...

Parece una reacción natural del hombre, probablemente desde que descubrió su capacidad de controlar a las masas. Un dote que sólo el raciocinio y la avaricia conjugadas crearía, para sacar la mayor ventaja posible sobre los demás. Una luche entre la ética y el beneficio personal, que parece nunca tener fin.

La probabilidad, el margen de error y el arte de hablar mucho y decir nada (cantinflear), son herramientas que han servido por mucho tiempo a los individuos encargados de estas tretas. Reconocer dónde un objeto o servicio resulta imprescindible y escaso, es también un perfecto anzuelo.

Resultará increible analizar en dónde encontramos este tipo de sujetos: el vendedor de sodas en los asentamientos de tránsito, dando el producto en ocasiones más del 200% de su valor; los telejuegos, que aprovechan las pocas posibilidades que ofrece un concurso de este tipo; los franeleros que cuidan tu carro con cierta cuota fija en zonas en las que se celebran eventos, etc.

Otro mal de este arquetipo es aquella oferta de trabajo impresa en papeles pegados en las paradas de camión, caseta de teléfonos, etc. El protocolo de estas empresas -por supuesto, actuando fuera de las normas de la Ley Federal del Trabajo en todos los aspectos- es de ganancia redonda para los dueños: Ofrecen hasta mil 500 pesos semanales, y piden llevar el papel, en el que también se encuentra algún nombre. Al llegar, ofrecen una "capacitación" de una semana, en la que se pide una "inversión". Si pagas dicha cantidad, se te ofrece un nombre -masculino o femenino, indistintamente- y una serie de papeles impresos con tu nombre ficticio. Tu trabajo es colocar dichos papeles en los lugares ya citados de la gran urbe, a la vista de la mayoría, y cada vez que una persona llegue con un papel que pegaste en la calle, tome el curso y pague la "inversión", se te retribuirá un porcentaje. El trabajador sólo cumple la función de señuelo.

Un fenómeno definitivamente preocupante, pero que creemos que mientras no nos afecte directamente, no tenemos por qué enfrentarlo. Son ese tipo de cuestiones las que no permiten que el ser humano evolucione completamente. Si de eso se trata lo que vulgarmente llamamos éxito, prefiero seguir escribiendo en un blog.

"¡¡NO PIENSEN QUE SOY TRANZA!! Soy medio sordo a veces" (Conductor de telejuegos)