lunes, 29 de noviembre de 2010 | By: El Nazareno

Colonia de robots: a la vuelta de la esquina

Estuvimos advertidos.

Blade Runner, Matrix, I Robot y muchas, muchas otras -algunas más acertadas o cercanas que otras- ya auguraban ese avance a pasos gigantes de lo que llamamos tecnología. Y de repente lo que veíamos como un futuro lejano se fusiona en la cotidianidad, nos aclanza sin darnos cuenta y lo aceptamos de manera natural, sin grandes sorpresas.
 
Recuerdo que hace unos años me sonaba ridículo el término Inteligencia Artificial. Suponía que la inteligencia es un término designado para los humanos y seres que razonan, no para animales inferiores (en apariencia) o máquinas creadas por el mismo terrícola de carne, hueso y cerebro. No podía concebir que un robot tomara sus propias decisiones o que se volvieran parte fundamental de nuestra convivencia y evolución.

Ahora resulta curioso leer revistas de hace algunos años, como Muy interesante y otras similares. Las pantallas 3D, los videojuegos del futuro con extensiones del cuerpo y otras innovaciones soñadas entonces, ahora resultan cotidianas; algunas de ellas, obsoletas. Pasamos del Nintendo de 8 bits al Super nintendo, al 64, al Virtual boy -donde ya era algo increíble usar unos lentes como los de las películas de ciencia ficción- y continúa. La tecnología no se detiene.

¿Cómo sería la primera máquina inventada? ¿A quién se le ocurrió que con un montón de piezas de fierro podría crear algo útil? La corriente lleva nuevos retos; entre más pequeño, debe ser más potente y con mayor diversidad de aplicaciones. Los primeros teléfonos portátiles Nokia (los ladrillos) eran inmensos e incómodos y con pocas funciones; hoy, entre más pequeño mejor.

El primer viaje a la luna parecía un sueño hecho realidad y se creó el mito de que en realidad el video transmitido era una película montada en un escenario aquí, en la Tierra. Hoy no nos sorprende -y hasta nos parece noticia de relleno- que se manden nuevas naves al espacio en busca de nuevos descubrimientos, inclusive que se busque recrear el Big bang, nuestro propio origen.

Y hoy la ciencia se dedica a algo más complicado que hacer que un robot camine; hoy se busca que los robots tengan comunicación entre ellos, para realizar tareas en conjunto, o llamado inteligencia de enjambre. Se visualiza el alcanzar este objetivo con fines de ayuda, como recuperar sobrevivientes en un terremoto (el SensorFly es el primer experimento); pero, como sabemos, Estados Unidos busca financiar el ambicioso proyecto con fines (maquia)bélicos. De cualquier manera, de lograrse esta relación entre robots, representaría un gran, enorme avance para la tecnología, la ciencia y el futuro de la humanidad.

Sí, tengo que admitirlo. Cuando esto sea cotidiano, me atemoriza pensar qué se publicará el Muy interesante (si aún no se ha vuelto obsoleta la publicación).