domingo, 28 de noviembre de 2010 | By: El Nazareno

Aventuras de Ulises en la ciudad...

Moverse dentro de esta gran Metrópoli es un reto a nuestros sentidos, a nuestras capacidades. Los diversos transportes que ofrece la Ciudad de México convierten un simple traslado en toda una odisea en la jungla de asfalto, toda una aventura urbana que, seguramente más de uno recordamos con mayor gracia que el motivo original de nuestro deambulaje.

En primer lugar, tenemos al Ssitema de Transporte Colecvtivo Metropolitano, abreviado Metro, la "limousine naranja" (mote, por demás, choteado). Este subterráneo tiene la ventaja de tener varios puntos para llegar a casi cualquier punto de la ciudad; el caso es conocer bien nuestra ruta o la red del Metro; en su defecto, portar un pequeño mapa o ilustración que nos permita guiarnos. Además, el uso de este transporte reduce en gran cantidad la emisión de CO2 (hasta una tonelada al año).

¿Desventajas? Por supuesto que sí.

No hay autoridad que detenga a los vagoneros, aquellas personas que realizan actividades con fines de lucro en los andenes, que pasan con sus bocinas a decibeles elevados, no importando que le destrozen los tímpanos a todo el que se acerca. Las autoridades inclusive los reconocen, pero es parte del juego...

Parece absurdo que, ni con un incremento del 50% en el costo del viaje para los usuarios, se puedan tener condiciones más faorables que antes del aumento; en horas pico, los ventiladores de los andenes no funcionan y los vagones ya están demasiado deteriorados, exceptuando los de la línea 2, los cuales son recientes y es - a mi punto de vista- la línea más cómoda en cuanto a calidad se refiere.

En ocasiones, algo se quema y una nube gris comienza a cubrir el andén, cuando esto no debería ocurrir con un mantenimiento adecuado. Vaya, ¿No es suficiente con los ingresos? Si aproximadamente 5 millones de personas usan el metro al día (descontemos unas cuantas en términos reales, los que se llegan a brincar, los recién nacidos, etc.) se generaban 10 millones de peso diaros cuando el boleto costaba 2 pesos... si la tarifa aumenta, pero los sueldos del personal se mantienen, son 5 millones de pesos extra diarios. ¿Les hace falta?

De pronto, los trenes se detienen sin razón aparente y se argumenta que es por nuestra seguridad. Claro que sí, si el chofer no se detuviera a descansar en una estación, podría sufrir un desgaste emocional y físico impresionante y chocaría con el siguiente tren -nótese el tono sarcástico en mis letras-. Hay ocasiones en que el tiempo de espera en una estación llega hasta los 10 minutos; si uno lleva mucha prisa y estima un viaje de media hora, podría tardar hasta la hora completa en llegar a su destino.

Ni se diga de la gran afluencia en horas pico, en estaciones clave, en días específicos. Con suerte, una persona que desee abordar un tren en Hidalgo a las 7 de la noche en un día 28 de mes, subirá después de 5 o 6 trenes. Repito, con suerte.

Sin embargo, es y seguirá siendo el transporte colectivo más eficaz (hasta eso...) para el desplazamiento diario de nosotros, los citadinos.

El Metrobús, un sistema de transporte colectivo que inició en el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, intenta colocarnos a la par de las grandes ciudades de otros países desarrollados, por la inversión en estos proyectos y la tecnología utilizada.

Vaya burla.

La Linea 1 está instalada sobre Insurgentes, la avenida principal de la Ciudad de México. Su instalación provocó la prohibición de las vueltas a la izquierda en la avenida, y hay un punto, sobre Insurgentes Sur, en el que para regresar al norte el chofer tiene que seguirse hasta la caseta México-Cuernavaca o decidir buscar otra alternativa; lo mismo ocurre sobre Xola, donde está la Línea 2 de Metrobus. Su costo es de 4.50 y su única ventaja es que tiene un carril exclusivo, evitando el tráfico común que las peseras -otro épico transporte- enfrentaban.

No queda más que verlo como una avnetura, para hacer menos hostil el viaje...