viernes, 21 de mayo de 2010 | By: El Nazareno

Pensamiento de un bohemio


Aún el sol no ha bañado el cielo con la tinta naranja del amanecer, y ya deseo que obscurezca, pues las estrellas en la manta negra de la noche me recuerdan tus ojos negros brillando al mirarme. Ese pequeño destello que indica el fuego que se enciende al perdernos en nuestros sentimientos y fusionarlos para que nunca más se separen.

Aún no ha transcurrido un día, y mi alma ya pide a gritos que regreses de esa eternidad en la que te has perdido, ausente de mis sentidos pero siempre presente en mis pensamientos; buscando esas delicadas manos que me ofrecen el edén del placer en cada impresión de tus huellas.

Aún percibo el calor que has dejado en cada pared, impreso en cada centímetro de piel. Aumento en la temperatura que con tu partida ha creado un glaciar que congela cada instante, para detenerlo en una longeva secuencia de tristeza que se repite a cada segundo.

Aún escucho el lejano eco de la puerta golpeando el quicio que me indica tu adiós. Efecto sonoro acompañado por las sofocantes pisadas de tus piés alejándose, encerrándome en el sarcófago de la soledad.

Aún le platico al viento que la esperanza de tu regreso es latente, aún le cuento al cenicero que tu despedida no fue absoluta y que mi cama volverá a estar completa algún día. Aún susurro deseos que son vanos pero que mis energías luchan por convertirlos en realidad.

Aún no te has ido, y ya tengo los síntomas de la añoranza.

Aún no te conozco, y ya te siento parte de mi.