domingo, 24 de octubre de 2010 | By: El Nazareno

Mexican Brown Pride... ¡si, señor!

El ambiente olía a tierra mojada, a nopal y maíz, a tequila y mariachis, a corona y burritos. En el lugar se disputaba una batalla épica, en la que México y Estados Unidos disputaban su honor en las artes marciales mixtas y que provocó un incendio de júbilo más voraz que las llamas que consumieron a Roma. Caín Velásquez enfrentaba a Brock Lesnar por el título del peso completo de UFC.

Tito Ortiz fue el telonero de los mexicoamericanos, aunque no venía preparado porque los años y la inactividad le han pesado de sobremanera. Matt Hamil, su alumno en la tercera temporada de The Ultimate Fighter, venció al bad boy de una manera relajada, con una guardia baja y con mucha seguridad y aunque Ortiz habló demasiado de Hamil, éste sólo agradeció lo que Tito enseñó al joven con baja capacidad auditiva.

Diego Sánchez fue el siguiente en cargar con la bandera de México de manera heróica, recibido con mariachis que ambientaron el lugar, entró al octágono para dominar a Paulo Thiago, un brasileño que seguramente la pesadilla le quitará el sueño por algunos días. The nightmare Sánchez se muestra aún como un contendiente serio para combatir de nuevo por el campeonato de su categoría, ahora que BJ Penn decidió subir a los Welter.

Después de una dura batalla coestelar entre el novato en UFC, Jake Shields, y el experimentado danés Martin Kampmann, la música de Vicente Fernández -característico en las últimas apariciones de Caín- anunciaba la entrada del guerrero con raíces aztecas. Velásquez estaba dispuesto a enfrentar al imponente vikingo, Brock Lesnar y terminar de una vez por todas con las espectativas.

Shane Carwin, un sujeto con un golpeo suficiente como para poner a Lesnar en problemas, no fue capaz de derrotar al ex luchador de la WWE, a pesar de que el ingeniero tenía el mismo desorbitado peso (265 libras). Lesnar evolucionó como peleador de disciplinas mixtas y ya no sólo golpeaba a su rival hasta desfigurarle la cara, sino que venció a Carwin por una sumisión, un triángulo al cuello con los brazos.

En ese panorama, se veía muy difícil que Velásquez, con 20 libras menos -10 kilos aproximadamente- venciera a Brock Lesnar, quien parecía un guerrero escandinavo con el look del vello facial crecido. Brock se sentía confiado por la diferencia de peso y su desarrollo como peleador, y creía a Velásquez incapaz de otorgar un enfrentamiento digno.

Velásquez terminó con el cuento del campeón norteamericano superior a los hispanos en menos de cinco minutos. El toro hizo que Lesnar se comiera sus propias palabras, que creo no le hicieron buen provecho como se lo hubiera hecho un burrito o una cerveza corona. Caín demostró que no necesita un volúmen corporal enorme para golpear fuerte al monstruo y escala la alta montaña del UFC para colocar en la cima la bandera de México, esperando al siguiente contendiente para defender su nueva corona por un largo, largo rato.