domingo, 31 de octubre de 2010 | By: El Nazareno

Acompáñenos sin estar

La vida es un respiro. Efímero como un pestañeo pero tan intenso como un tsunami. Súbito como un golpe pero tan perdurable como el tiempo mismo. Es un tatuaje en la memoria de los demás y aunque sabemos que somos como un grano de arena en medio de la playa, sabemos que nuestro existir deja huellas en todos a su paso.

Estamos a un día de celebrar a los muertos, a aquellas personas que ya no son, que ahora su alma navega a través de lo que no conocemos, pero que siguen presentes aquí... en la memoria de los que aceptamos que su recuerdo se incrustara en nosotros.

Un día para que los vanagloriemos por aceptar involuntariamente ese largo viaje a través de un mundo extraño, pero seguramente mejor que éste, en el que hay pobreza, sufrimiento, injusticia, cobardía y humillaciones. Un mundo en el que no hay cielo ni infierno, se desconoce el purgatorio y sólo hay tranquilidad.

A un día del 1 de noviembre, un amigo se despide del mundo terrestre y su cuerpo se hunde en la tranquilidad, alimentando las entrañas de la tierra. Todos se encuentran desconsolados y con cierto sentimiento de incredulidad. Olvidamos, por la rutina, que en un momento estamos y al siguiente no.

No reflexionamos que no pertenecemos realmente al cuerpo que observamos en el reflejo del espejo. Nuestra alma un día se desprenderá y continuará este ciclo tan extraño en la eternidad, que no alcanzamos a comprender, por más que lo intentemos y nos preparemos para ello.

No queda más que rendir tributo a aquellos que no nos abandonan... se separan físicamente de nosotros por un rato.