domingo, 31 de octubre de 2010 | By: El Nazareno

La muerte no ha muerto

Llega el día de muertos, y es momento de reflexionar acerca de ese pequeño gran fenómeno que a la vez festejamos y sufrimos por él; nos asusta pero nos gusta. Basta con mirar por las calles para admirar las gigantes o bien elaboradas ofrendas en algunos establecimientos y los desfiles con elegantes catrinas, como la de Morelia. Sin duda, eso puede representar una muestra de que el pueblo Moreliano no teme a la muerte y, por ende, a los ataques.

¿Por qué nos gusta? debemos tener en cuenta que desde nuestros antepasados mexicas ya se realizaban ciertos rituales para los perecidos, dependiendo si el alma de la persona fallecida debía ir a Mictlan o a Tlalocan, los dos lugares del otro mundo. Un jarrón de agua o una rama se ofrecían para guiar al alma hacia su destino. También especificaban ciertos días en el calendario azteca para los difuntos.

Pero aún tenemos muchos tabúes con respecto a la no-vida. Por ejemplo, el negro es un color de vestimenta reglamentario en un suceso fúnebre. Es significado de "guardar luto" y como cierto código de ética debe asistirse a los eventos de tal color, pues se considera una falta de respeto el acudir con colores claros en ciertos círculos sociales.

Muchos aún consideran que la incineración es atentar contra nuestro cuerpo y nuestras costumbres; sin embargo, parece ser una alternativa en expansión hace algunos años. Muchos consideramos que debido a varios factores es lo más viable para nuestros muertos.

Para realizar el ritual tradicionalista, se debe contratar el servicio de alguna funeraria; se debe considerar que son empresas y, como tales, debe ser un negocio remunerizante. Se debe comprar la caja fúnebre o ataúd, maquillar, rellenar en casos y vestir al muerto, el traslado al lugar donde se velará el cuerpo, el traslado al panteón y la negociación del espacio para el difunto, el monumento -o lápida-, entre otros aspectos. Las funerarias ofrecen paquetes para facilitar el trabajo en esos momentos de dolor... según rezan sus slogan´s.

Y es que hay servicios de seguro social, que pueden costar tres o cuatro mil pesos, hasta agencias de prestigio en los que la despedida del ser querido cuesta hasta 200 mil, como Gayosso. Los panteones ya no ofrecen lugares con perpetuidad en la propiedad, sino que se paga el espacio por 7 años con opción para extender el contrato por el mismo tiempo pagando la cantidad inicial (como si de una renta se tratarse).

La incineración reduce el espacio que se necesita para ocupar el espacio del muerto. Un nicho resulta mucho más barato de rentar (inclusive es probable la compra, debido a que el espacio que abarca una urna es pequeño y por eso no hay tantas limitantes) y, si se desea -y se vencen los tabúes y mitos-, se puede conservar la urna en casa.

Como podemos ver, la muerte es la parte de la vida que aún no podemos aceptar del todo.