miércoles, 30 de noviembre de 2011 | By: El Nazareno

A mí que ni me vean... sólo soy cantante de narcocorridos

Muchos tachan de loco a Mario López Valdéz por intentar una fórmula que quizá sea un paso a lo que tanto busca (o supone buscar) el gobierno federal. La formula no es tan complicada de imaginar, lo realmente difícil es que la sociedad joven, indefensa ante la ola de mercadotecnia y entretenimiento de lo que "estaría chido ser y es la moda" por encima de lo que "debe ser, aunque sea moralista y anticuado".

Los Tigres del Norte ya pasaron por ese intento moralista. Sabemos que su éxito "El jefe de jefes" hace referencia al gran capo Beltrán, y que La granja tiene un alto contenido de narcocultura referente a Fox como un zorro, los marranos millonarios (empresarios) y el pueblo. En 2009, se pidió un poco de cordura ante un México que se ha salido de control debido a aquellos a quienes estos músicos hacen referencia; los responsables del evento Las Lunas del Auditorio Nacional sólo pedían no interpretar ese tema. Prefirieron no salir al escenario.

Las canciones de los viejos tigres ya son cuentos de niños. Larry Hernández, Los Buitres de Culiacán y varios más han relevado a los corridos para hacer "Narcoviolentorridos", como he decidido llamarles. Ya no hablan de los grandes capos intocables y sus negocios, ahora hablan de decapitaciones, de guerra entre sicarios, de drogas y mujeres sin control. Eso es lo que ha pegado y los grupos como Calibre 50 se han posicionado entre los favoritos de la radio, lo que escuchan los jóvenes.

La letra de las canciones es crucial para determinar las acciones de los escuchantes. Da un gusto muy especial, por ejemplo, escuchar canciones al estilo de compositores como Lalo Ayala, dedicando una canción a la fidelidad de pareja, en contraste con temas de moda como "Te estoy engañando con otra, ya le quité el pantalón y los calzones..." (que, por cierto, ni siquiera tienen idea de quiénes crearon las prfecías del 2012).

Alfredo Ríos, mejor conocido como El Komander, fue entrevistado en referencia a lo que piensa de hacerle el corrido a "Chicharito" Hernández, diciendo, con una seguridad tan grande como un ratón, que sería interesante. Patrañas. Después se ofende porque le llaman a sus canciones "narcocorridos", pero ¿qué dicen sus canciones? "...cuando estaba joven era un sanguinario, mataba enterraba, mochaba cabezas...", "mafia nueva sinaloense... de los 13 a los 18 empecé a jalar los cuernos".

Es irresponsable decir que no les corresponde a ellos, los músicos, cambiar lo que está pasando. Les corresponde tanto como a los policías, a los jueces, a los abogados, a nosotros como sociedad... No hay mucha coherencia al decir que siempre ha tenido prudencia con lo que escribe y tratar de no ofender a nadie, cuando miles o millones de mexicanos han sufrido la violencia del narcotráfico.

Digo que es irresponsable cuando incitas a eso, a ser disparado, como ocurrió a Gerardo Ortiz, también cantante de este tipo de temas, como también pasó a Alberto Lizárraga, nieto de Don Cruz, o a los difuntos Valentin Elizalde y Diego Rivas,o el señor Sergio Gómez, quien antes de morir fue tortuado.

Pero es más irresponsable escucharlo. Es una tontería dejarse llevar por las canciones y actuar como lo que escuchas, al igual que pensar que el gobernador de uno de los estados más peligrosos busque soluciones a un problema tan esencial y considerarlo una pendejada. Es entonces que la personalidad se pierde y de pronto te conviertes en lo que Beto Piteado llamaba sarcástica pero ciertamente, el "narcocholo", o el "narcofresa", el "narcoelectrónico". Es tener mente de Komander, y así hundir los valores, aquello que nos convierte en humanos civilizados y con pretensión de evolución, directo al fondo del cesto de basura.