viernes, 28 de agosto de 2009 | By: El Nazareno

Vendiendo sueños encascaronados



Caminar por esos anchos pasillos, apenas separados por tela común y corriente, pero diseñados por un nombre posado en inmensos edificios, resulta una pequeña travesía por un mundo meramente superficial. Señoras embarazadas, niñas, niños y señores con traje miran embelesados a través de los estantes y las vitrinas aquellos objetos responsables de sus deseos reprimidos por un mundo capitalista, en el que sin billete no hay juguete.

Resulta un negocio bastante remunerado el vender un sueño de status para personas que buscan en esos ganchos de cien pesos, la pieza faltante del rompecabezas de su vida. Tan retribuido en dinero es el negocio de las tiendas de ilusiones frustradas como inmensa la inseguridad de aquellas personas que acuden a Liverpool, Sears, y para las cuales "no ser totalmente Palacio" es sinónimo de carecer de significado.

Resulta importante distinguir entre el deseo y la necesidad, pues ello determinará si el objeto vale la pena; sin embargo, así como para algunos lo importante de su existencia es lo abstracto, como los números, las palabras o Dios, para otros lo son los objetos creados por el mismo hombre, tan necesarios como una mosca en la pared.

No es por arrogancia , mucho menos por envidia: mi crítica es por análisis. Si un producto hecho por el mercado nacional es mucho más barato que uno vendido en las grandes tiendas como las ya mencionadas, alcanzará para un mayor número de productos para beneficio propio, además de impulsar las pequeñas y medianas empresas mexicanas; evitaremos, además, que el flujo de dinero por dichos productos desemboque en bolsillos extranjeros.

Pero nos hemos dejado sumergir en la cultura snob, en la que la clase se compra y no se obtiene en base a educación y conocimiento, como originalmente debería ser, quizá nunca dejaremos de alimentar nombres y sobrenombres que ganan dinero por vender sueños encascaronados. Pues a esperar entre tanto huevo (de gueva) hasta que la vida nos empolle.