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martes, 8 de junio de 2010 | By: El Nazareno

¡Viva la pereza! ¡Viva!


Me da cierta gracia, pero no debería ser así. La gracia es originada por la situación cultural nuestra, seno de nuestro desarrollo y tutora de nuestra madurez; una gracia que debería ser tristeza, decepción y coraje, pero solamente desperdiciaría mi bilis y mis energías (y desgastaría mi hígado) si así fuera.

La verdad es que todo comenzó cuando el Gobierno Federal decretó que todos los días feriados (que son ya muchos, de por sí...) se recorrerían hasta el inicio de la semana, para tener más "puentes", es decir, fines de semana más largos.

Cuando se volaron la barda fue cuando iniciaron los "megapuentes", sobre todo en la 61 (que por fin se dignaron a decir en la televisión sexagésima primera, en lugar de sesenta y una) legislatura, donde a 22 días efectivos de iniciada la legislatura, ya habían tomado tres puentes; no conformes con ello, clausuraron el periodo de sesiones, tomándose del 22 de diciembre al 6 de enero, seguramente por la exaustiva carga de trabajo. Pobrecitos.

Cuando fue la visita del señor Karol Wojtyla (o el papa Juan Pablo II) a México en los 90, recuerdo que muchos suspendían actividades para estar presentes cuando pasara por la avenida de los insurgentes y viaducto. Prácticamente, la ciudad y uno que otro estado se paralizaron para disfrutar el glorioso momento. Otros, quizá, tomando el pretexto para no laborar.

Ahora se nos viene un tiempo muy especial, un mes en el que la fiebre futbolera no dejará de ser un pretexto más con el mismo fin: alimentar nuestra pereza mental. Mañana inicia el evento de fútbol por la copa mundial de fútbol; las escuelas, para evitar el ausentismo escolar, transimitrán los partidos de fútbol en las mismas aulas o cuartos que cuenten con televisión.

Parece que en otros países, esa cultura es diferente, pues mientras nosotros aprovechamos cualquier circunstancia para embriagarnos y el siguiente para controlar la resaca, los japoneses, por ejemplo, realizan rituales interesantes, como el primer día del año, en el que los nipones (no me gusta este gentilicio, pero lo acepto porque deriva del nombre en japonés del mismo país) aprovechan para estar con la familia o cortejar a la novia y cumplen sus tradiciones budistas; yava, sí tienen varios días feriados, pero los normales realmente se preocupan y ocupan de sus actividades.

En otras partes del mundo, las costumbres son mucho más enfocadas a la iniciativa que en México. Siempre que se trate de una nueva celebración, un nuevo pretexto para no ir a la escuela o a trabajar, lo recibiremos como una bendición. Cuando esto cambie, seguramente podremos vislumbrarnos como una nacion realmente "en vías de desarrollo".
lunes, 17 de mayo de 2010 | By: El Nazareno

Agachones


Es cómodo para cualquiera deslindarnos de las responsabilidades que, sin saberlo, también nos corresponden. Preferimos recibir un regaño cuando lo necesitamos, y también cuando no. Cancelamos obligaciones o compromisos sin importar la consecuencia y tratamos de echarle la culpa a cualquier involucrado directa o indirectamente en nuestra cotidianidad.

¿Qué pasa cuando toca enfrentar dichas responsabilidades? No pasa nada. El problema ahí está por su naturaleza y no hay motivo para resolverlo si aún se puede sobrellevar el problema. En dado caso de que el daño sea severo e implique una traba, se le buscará una solución y si no se le encuentra, el responsable intenta disfrazarse de héroe al ser detector (inepto, por cierto) de soluciones.

Siempre nos quejamos de la delincuencia que nos aqueja, y pocos patrones apoyan con buenos salarios a sus trabajadores, o a la generación de mayor número de puestos en una empresa; preferimos que un solo trabajador, por un salario medio o bajo haga el trabajo de tres personas.

Nos deprime el nivel de corrupción en México, pero igual nos sentimos deshechos cuando buscamos de una u otra manera ese puesto tan deseado, y nos sentimos aliviados cuando el policía acepta el trueque en el momento a cambio de la omisión del delito menor, pero no imaginamos que ocurre lo mismo con delitos mayores cometidos por criminales.

Criticamos las acciones políticas de los partidos contra la pobreza y desempleo, pero no tenemos un sustento para argumentar los defectos específicos y sólo repetimos lo que los medios presidencialistas nmos embarran; o simplemente porque lo dijo un amigo que "se veía inteligente y parecía que sabía lo que decía".

Arremetemos verbalmente contra el gobierno federal en su lucha contra el narcotráfico, pero a la vez nos echamos un churrito de vez en cuando o nos hacemos más patos que el mismo Donald cuando sabemos quién, dónde y a qué hora vende droga; al fin que "a nosotros no nos afecta", creemos.

Reprochamos que nuestros políticos ganen cantidades estratosféricas de sueldo y prestaciones, cuando nosotros ganamos dos o tres salarios mínimos por trabajos más complicados -en ocasiones-, pero "qué le vamos a hacer, ellos son los del poder" y pecamos de agachones.

Nos reímos de los videos graciosos, burlándonos de la gente con problemas mentales e inclusive los hacemos estrellas de televisión, pero hacemos pucheros cuando se trata de un familiar nuestro, para que la gente se apiade de nuestra desgracia. Y creemos que con dar cien pesos en el Teletón se limpian nuestros pecados, cuando mejor podríamos visitar a alguna persona con cierta discapacidad (no capacidades diferentes, porque los eufemismos aquí sobran) aunque sea una vez al año.

Nos llenamos de ira ante personas como El gober precioso o Kamel Nasif, pedófilos y pederastas con una mente más retorcida que la raíz de un ahuehuete, pero nos desconcertamos y hasta nos ofendemos cuando aparece una nota de Marcial Maciel y de sus repulsivos actos, o de las anécdotas de la guerra Cristera.

Nos entristecemos cuando escuchamos a Elba Esther Gordillo, nuestra "maestra" lideresa del SNTE, no poder pronunciar la palabra epidemiológico, pese a leerlo en plena conferencia; pero no reparamos en que nosotros gozamos de beneficios de saber leer, cuando el analfabetismo en méxico aún está latente en las nuevas generaciones, o preferimos ver los nuevos videos de MTV en lugar de leer un libro.

Así estamos constituidos como mexicanos: unos sujetos agachones que definitivamente no hacemos lo que nos corresponde porque no es nuestra responsabilidad; creemos que esta vida es solo para trabajar como negro y recibir cualquier pago, pues el destino así lo quiso. Nos burlamos de todos y de todos porque es una condición humana que no podemos cambiar. Vivimos en una sociedad que tiene miedo a los grandes cambios, y que necesitamos un líder porque sin él somos materia inerte, e incluso hay personas que ni con un bulldozer saldrían del fango.

Esperamos con ansia el próximo partido de la selección, el próximo libertadores y la siguiente UFC, pero no reaccionamos a lo que ocurre alrededor. Que importa que la lideresa de los trabajadores de la educación no sepa ni leer o que la pederastia siga en las organizaciones católicas. Poco vale todo lo que pasa en México. ¿Por qué? Porque la naturaleza nos dotó de una característica a la cual somos inherentes: ser agachones.

P.D. Ya había escrito algo similar, pero lo escribo de nuevo. ¿Por qué? Porque pretendo no ser agachon.
martes, 29 de diciembre de 2009 | By: El Nazareno

Fe a fuerza


Emmanuel se encuentra rodeado, mira hacia los lados y hacia atrás por un segundo. No cree tener opción alternativa; simplemente dice sí a todo lo que aquel señor barbado pregunta con energía.

Esclavitud. No puede llamársele de otra manera, al no poder gozar el niño de una de sus garantías individuales, plasmadas todas ellas en la Constitución mexicana, documento magno que rige el actuar político y social de los conciudadanos. Es derecho y obligación hacerla cumplir, y el no hacerlo lleva con ello una sanción.

La esclavitud física fue abolida en México, hace 199 años. Estamos a punto de cumplir el bicentenario, pero aún no podemos quitarnos los grilletes sociales que nos atan a una infancia llena de creencias morales establecidas por la cúpula del sector con mayor liderazgo en nuestra ideología: La iglesia.

El clero ha sido motivo de muchos fenómenos irregulares. Por ejemplo, fue traida a México en el Siglo XVI e impuesta a nuestros antepasados, quienes tenían una religión rica en cultura, leyendas y mitología, una creencia politeísta, con gran diversidad de Dioses basados en fenómenos de la naturaleza. Para ello, los aztecas y demás nativos fueron perseguidos y esclavizados, timados y quedando en una posición lamentable -e inevitable-.

Después del exterminio mesoamericano, apareció el sincretismo de la Virgen de Guadalupe. Indiscutible símbolo de la creencia nacional y considerada Madre de México, es una adaptación de la figura femenina santa (virgen) a los rasgos y características del pueblo conquistado. La piel morena y el nombre regional. ¿Y Llega un sujeto, de nombre Joseph Ratzinger, a decir que no fue imposición el catolicismo en México?

Ya establecido en las raíces de América, llegaron algunas personas que cuestionaban la religión, y comenzaron a torturar a dichas personas, denominadas por la institución católica como "herejes". La tortura tenía dos objetivos: Hacer cambiar de opinión a los tercos, o hacerles tener una muerte digna de un demonio.

Frenó, además, una expansión de descubrimientos de la ciencia, que significó años de retraso. Galileo Galilei fue uno de los afectados, obligado a retractarse de su idea heliocéntrica, porque atentaba contra Dios (o contra lo que los clérigos creían que pensaba Dios). Eppur si muove.

La guerra Cristera fue otro acto repulsivo que tiene como excusa la intolerancia hacia un pensamiento de Dios distinto. ¿Otra razón? la autonomía de la iglesia y el estado, desacreditando al clero para participar activamente dentro de temas políticos nacionales. Aunque más reciente (en los años 20), la Guerra Cristera dejó un saldo de más de 200 mil personas muertas "en nombre de Cristo".

Y ya ni qué decir de los numerables casos de pederastia y pedofilia dentro de los círculos de sacerdotes, como el famoso caso del padre Maciel, de los Legiionarios de Cristo. Lamentablemente es un fenómeno real, frecuente y encubierto por los altos mandos de la institución. Los niños sufren las secuelas físicas (heridas en las zonas atacadas, transmisión de enfermedades, etc.) y psicológicas (traumas, baja autoestima, etc.), a largo y corto plazo.

Con ello no digo que sea malo inculcar una religión a un niño, pues claramente tiene ventajas: al comprender el niño que no sólo lo físico es lo existente, deduce que no está solo, siempre habrá algún ente que esté a su lado, que lo ciude y escuche cuando alguna persona no se encuentre cerca, etc. Tendrá una serie de normas sociales a cumplir para que dicho ente no se disguste, etc.

Pero creo -y como siempre lo digo- que se abusa de la inocencia e impotencia de niños como Emmanuel, quien está rodeado por católicos, en un acto embarazoso, frente a un sujeto con sotana que le hace preguntas como: ¿Estás dispuesto a abandonar todo y seguir, servir y adorar a Cristo, sin importar las circunstancias y pese a todo? Emmanuel sabe que aún es un esclavo de la sociedad católica, y no tendrá la libertad durante su niñez y pubertad. -Si-, dice con voz aguda y resignada, sabe que no tiene otra opción, por lo menos hasta su mayoría de edad.