domingo, 21 de febrero de 2010 | By: El Nazareno

Depende del ojo con el que se mire...


Regreso de un viaje de más de seis horas de manejo, con el objetivo de no escribir en el blog, pues el fin de semana fue pesado; simplemente tenía en mente ver la televisión.

Transmitían la repetición de la UFC 110 y regresaba el regocijo de una gran noche anterior, en la que las Chivas de Guadalajara, un equipo que puede jactarse de ser el más mexicano, conseguía un triunfo y con ello una marca histórica en los equipos de fútbol mexicanos.

Para cerrar una de las noches más memorables (al menos en el entretenimiento deportivo) de mi vida, una función de artes marciales mixtas perfecta, con una victoria contundente de Caín Velásquez; si bien Velásquez no es "mexicanísimo" como dirían en TDN (no recuerdo si Claudio), bien representa una esperanza para los mexicanos en el deporte.

Terminó la repetición de Ultimate Fighting Championship del domingo, y comenzó un programa llamado "Futbol en serio. Punto". De pronto, inició una conferencia de prensa en la que Javier Aguirre ofrecía disculpas por las declaraciones hechas en España.

La declaración, de voz de Aguirre, reza: "México está jodido. Yo, desde luego, soy gente conocida y respetada, pero uno nunca sabe. Esperaré al mundial, y una vez que termine, me voy a Europa". El comunicador español asegura que es un peligro, y que si El Vasco no lleva a México a una buena posición, probablemente le dispararán.

Finalmente, regresa Aguirre y me sobaba las manos. Aguirre representaba carne de carroña para los periodistas a los que me refería en una entrada anterior, acerca del periodismo deportivo.

La pared blanca adornada con publicidad me recuerdan inmediatamente a aquel muchacho, seleccionado nacional, atacado por una serie de buitres en traje. Repito, no justifico a Castillo por sus respuestas y su incapacidad de reaccionar más serenamente ante los ataques, pero sí pienso que muchos reporteros son peor que una hiena hambrienta.

Y en el foro de ESPN, José Ramón Fernández y compañía se sentían muy seguros tras cámaras y reflectores. Los ataques fueron constantes y acertados -desde mi estúpido punto de vista-; lo contrario ocurrió en el salón de usos múltiples del Centro de Alto Rendimiento de la Federación Mexicana de Futbol.

Néstor de la Torre, atacado por el señor José Ramón, tuvo razón. ¿Por qué entrar en conflictos personales con el técnico? Sabe que estuvo mal, pero no podía emitir un juicio, porque no era el momento.

En cambio, Javier Aguirre es alguien con lo que vagamente denomino "caracter". Tranquilamente se sentó , dio su declaración y finalmente se enfrentó a unos reporteros tímidos y demasiado respetuosos. Es cierto que el entrenador de la Selección Nacional tiene las habilidades intelectuales para responder ante los medios, pero ¿dónde quedaron los ansiosos con micrófonos? ¿dónde los reporteros con garras?.

Aguirre se dio el tiempo necesario para responder a dos o tres preguntas extra, y demostró que tiene la madurez para manejar a los periodistas. Si bien recrimino sus declaraciones ante los medios extranjeros, admiro su capacidad para manejar a los nacionales.

Terminó la declaración, y regresaban la transmisión al estudio de TDN. Todos estuvieron de acuerdo con sus disculpas, y lo calificaron como coherente; estaban felices con la actuación de Aguirre y dieron carpetazo al asunto. ¿No deberían ser los conductores deportivos más "coherentes" y sostener lo que piensan al principio?

Aguirre hizo su anuncio de emigrar al terminar el mundial, para que todos lo consdieraran desde ahora; lo expresó con delicadeza en su declaración de hoy, afirmando que era una posibilidad, y sólo tuvo que pedir "perdón". Aquellos destrozadores de jugadores se minimizaron ante el técnico de la experiencia ante los micrófonos.

Por eso, como Aguirre mismo lo dijo, hemos estado entre la posición 11 y la 15. Y lo estaremos en Sudáfrica, si el mismo señor cree que ésa es la posición que merecemos: la de un país en vías de desarrollo, en el que los periodistas atacan al novato y respetan al veterano; en el que el mexicano inteligente prefiere crecer en otros países, y en el que un tipo torpe para escribir se decepciona con la realidad y prefiere ver chicanos patriotas (o que al menos no hablan tarugada y media de México) en la UFC en lugar de "antipatriotas" disculpándose inteligentemente.