lunes, 5 de septiembre de 2011 | By: El Nazareno

Malcriados, no maleducados

Todo inició como una moda, aún lo recuerdo en los noticiarios, con un sujeto al que apodaban "El Mosh". De nombre Alejandro Echavarrìa, el miembro fundador del Consejo General de Huelga, generó un paro de actividades en la Universidad Nacional Autónoma de México por más de 10 meses por el pretexto del "excesivo" cobro de la UNAM. Cuando fue aprehendido, saliò libre bajo fianza, pagando casi 30 mil pesos, lo que quita la posibilidad que la huelga haya sido creada con el propósito original de carencia para pagar sus estudios.

Aunque el caso de Mosh no es exactamente de ser rechazado, sí marcó la tendencia de las manifestaciones estudiantiles, en especial las que han tomado auge últimamente y que tanto han presionado niveles político-educativos, los movimientos de los estudiantes rechazados.

Es una pena que se formen este tipo de organizaciones, no por el hecho de defender un derecho constitucional, como los líderes de estos movimientos lo manifiestan, nsino por lo que en verdad representan, un grupo de jóvenes que desde pequeños andaban en el desmadre, saltándose las clases y prefiriendo ir al billar que estudiar el día previo al examen final.

No es casualidad, en muchas de las ocasiones, que los alumnos con mejores notas desde el nivel de educación básico ocupen los mejores puestos en los mejores lugares, ni tampoco es causalidad que el desempleo de profesionistas crezca porque las instituciones educativas de nivel medio superior no desean admitir a los "brillantes" alumnos.

Ejemplos como aquellos integrantes del FEET (Frente Estudiantil por una Educación para Todos), que realizaron una huelga de hambre por seis días y terminó hace una semana aproximadamente, o el de Movimiento Académico Social Alternativo (MASA), que prolongó hasta por 13 días su ausencia de alimentos entre sus miembros, demuestran que los jóvenes prefieren cualquier otra alternativa -incluyendo sufrir colitis y gastritis por el hambre, entre otras- a estudiar para asegurar un lugar en una universidad.

Peor aùn cuando realizan actos como el ocurrido en la rectoría de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Los inocentes muchachos tomaron parte de las instalaciones en protesta de que no fueron aceptados; aunque no se interrumpieron los estudios, sí las labores administrativas y no deja de ser un acto rebelde, vandàlico e injustificado.

La educación no cuesta sangre, como afirman los rechazados de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. No es necesario pintar carteles con sangre ni recibir compasiòn de las grandes instituciones para tener un pupitre en un aula, lo que se requiere es un mayor enfoque de los estudios. Con una mejor concentración desde la infancia no necesitarán recurrir a movimientos como el del Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico y Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública o CLEP-CEDEP, mendigando sin merecer. Asì las cosas.