jueves, 16 de septiembre de 2010 | By: El Nazareno

¿Valió la pena el festejo?


Ya pasó el Bicentenario y la tan esperada fiesta. La verdad es que muchos apenas y conocemos qué ocurrió hace 100 y 200 años. Esperábamos más el festejo, el hecho de ver a las figuras de la música y actores conocidos, el poder beber alcohol en algun bar o una casa en compañía de amigos o familiares y comer pozole, que esperar el momento sólo para enaltecer en memoria a los héroes de la revolución.

Esperen un momento. ¿Dije "héroes"?

También llamábamos así a cinco muchachos que, se dice, entregaron su vida por su patria durante la batalla en la que Estados Unidos (para variar...) intentaba invadirnos, en el año de 1847. La verdad es que no sabemos si en verdad luchaban por su nación -como cualquiera, supongo yo, lo haría en esas circunstancias- o simplemente no tenían otra opción; ni siquiera sabemos a ciencia cierta si combatieron o simplemente fueron acribillados refugiándose del peligro.

Se habla de una imagen de Miguel Hidalgo como "el padre de la patria", pero no de la versión del humano que intentaba ser Virrey de la Nueva España y que tuvo que provocar a los indígenas para conseguir su objetivo; No se conoce tan abiertamente la postura de un sacerdote de apellido Morelos que no siguió el celibato (sin relalciones sexuales).

No se reconoce a Doroteo Arango (T.C.C. Pancho Villa) y a Emiliano Zapata y otras figuras de la Revolución Mexicana como saqueadores y bandidos que robaban y abusaban de las mujeres a su paso, sino como símbolos de libertad y de patriotismo.

Caminaba por Insurgentes (nombre de un grupo de rebeldes, curiosamente, de la Independencia), avenida cerrada por los festejos callejeros, y no pude evitar pensar en que las proyecciones eran seguramente en una pantalla Sony, marca japonesa, grabadas por la cámara Phantom y ondeando banderas de México hechas en China, sin contar la participación del ejército ruso. La globalización es así.

También me fue imposible imaginar nuestro nivel de incompetividad comparada con otras naciones, al dar tres días de puente en empresas (micro y macro) y escuelas que, sumados con sábado y domingo (días no hábiles) son un total de cinco días de no producción. Pero para nosotros es mejor, porque podremos reposar la resaca del festejo en nuestra casa.

Muchas familias estarán felices por lo espléndido del Gobierno Federal en esta fiesta del Bicentenario y no faltarán las familias que vuelvan a votar por el partido al mando sólo porque al fiesta valió la pena; una estrategia que funciona con la mayoría del mexicano promedio y nos tragamos el cuento, pero desgraciadamente es así, tácticas para mantenerse en el poder (y el dinero que ello conlleva).

Se hablaba mucho de un nuevo movimiento en este año y en estas fechas, porque "la historia no miente". La idea era no conseguir un cambio por las armas, sino pacífico y gracias a las redes sociales, no asistiendo a los eventos organizados por el Gobierno. Parece ser que no todos comprendimos el sentido que no asistir a estos eventos significa, pues en cada carpa había una cantidad considerable de personas y en el desfile, 450 mil; o será que aún la mentalidad promedio está más preocupada por su propio bienestar o comodiad a corto plazo; tal vez es que el internet no tiene aún el alcance necesario para ello o puede ser que simplemente nos da miedo el cambio.

Visto desde este humilde punto de vista, quizá no hubo mucho por lo cual festejar... como cada viernes por la tarde.