lunes, 15 de marzo de 2010 | By: El Nazareno

¡Tercos!


Parece que alguien no comprende la magnitud del problema.

El proyecto del Protocolo de Kioto tiene alrededor de 18 años, desde que fue creada en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para evitar el denominado "calentamiento global" el fenómeno sobre el cual el mundo tiene puestos los ojos desde hace un par de lustros. El objetivo del Protocolo de Kioto es reducir la cantidad de emisiones de Dióxido de carbono, Gas metano y Óxido nitroso, entre otros.

Si podemos observar un mapa estadístico de las ratificaciones de dicho proyecto, se verán cinco pequeñas manchas: tres grises (Marruecos y Somalia en África, Pakistán en medio oriente) que indican que su ratificación está pendiente, y dos rojas (Estados Unidos y Alaska, evidentemente de propiedad del primero) significando aquellos países que han firmado pero rechazado la ratificación.

Los países de color gris son aquellos con una industrialización escasa o casi nula, por lo que el entrar al Protocolo de Kioto no es necesario; el abstenerse es una opción que no afecta en lo absoluto. Marruecos, sin embargo, acordó con España el Mecanismo de Desarrollo Limpio en 2005, basándose en las aplicaciones del proyecto de Kioto, así como el proyecto de energía solar más grande que reflejará resultados en un lustro aproximadamente.

¿Y Estados Unidos? Después de no firmar el acuerdo, se registra que el país norteamericano emite 25% de CO2 en el mundo. Su economía se basa en la industria y, al parecer, el estado del planeta queda en segundo plano.

El año pasado se realizó la Conferencia de Cambio Climático de Copenhague, en la que se buscaría llegar a acuerdos tangibles, precisos y seguros para solucionar el problema de las emosiones de contaminantes; los resultados son como el futuro de la ecología de la Tierra: desalentadores. China evitó a toda costa la supervisión de emisiones, pues podría "atentar contra la soberanía". Estados Unidos propuso un tratado en el que cada país declarara su cantidad de emisiones de dichos gases, pero sin la verificación a la que se negaba el país asiático.

Que alguien le explique a la primera potencia -más particularmente a su líder político- que es urgente solucionar el problema, pues de no ser así, es probable que no alcancemos a ver los resultados que se esperan para 2050.