viernes, 5 de diciembre de 2008 | By: El Nazareno

Más grande que Dios...

Tan poderosa como la más letal de las armas, tan apocalíptica como la más elaborada de las profecías vuelta realidad, y tan concretamente abstracta, que lo es todo sin ser nada.

Curioso, que de apenas menos de 30 símbolos, podamos codificarlo y definir infinidad de objetos, darle un concepto tan diferente uno del otro, con apenas esos signos que llamamos “palabra”.

La palabra es más grande que Dios, porque son precisamente las palabras las responsables de concebir lo que es el creador absoluto. Son el recurso que le da forma e imagen, la perfección de la que está hecho. Y sin embargo, al igual que El Señor, no existen.

No las podemos ver, ni tocar, ni respirar, pero sabemos que están ahí. Pueden resumir nuestra existencia, y pueden darle sentido a la vida. Una sola puede cambiar el entorno de las circunstancias. Pero no reparamos mucho en ello.

Sólo vivimos sin apenas percibirlas. Las utilizamos en todo momento, y al mismo tiempo, las ignoramos, sin comprender que existen primero ellas, y después el ser. Tan decisivas, que sin ellas, no tendríamos un nombre que nos identifique y distinga de los demás. Seríamos un ser humano más del montón, un número.

Y aún así, no nos interesa seguir sumergidos en el fango de la ignorancia.

Desconoceríamos de todo conocimiento si no existieran. Es la manera en que las usamos, que nos separa de los demás animales. Precisamente, sin palabras, no seríamos lo que hoy día conocemos como persona.

Escribo, luego existo.