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Ni de broma pensé, al momento de verlo en la televisión y escucharlo por la radio, que Rafael Acosta, "Juanito", representaba en verdad una fuerza política, aún si se trataba de la jefatura de una delegación, pues ello representa un reto estratégico e intelectual elevado.
Y es que los verdaderos líderes (que si bien no con los ideales claros, sí con una gran capacidad de liderazgo), como Andrés Manuel López Obrador, denotan su presencia en cualquier evento público, o al menos tienen una idea del panorama en el que se desenvuelven.
Por ello, el señor Acosta de repente desistió del cargo que ocupaba y de la futura vacante en la delegación que disputaba. De la noche a la mañana, dejó el PRD para cambiarse al PT, el cual también abandonaría poco tiempo posterior -pero previa junta con Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal-.
Además, era del conocimiento de la mayoría que Juanito aporaría a Clara Brugada inmediatamente. Ni modo, todo se adelantó de manera repentina; un títere se oculta entre las sombras del anonimato en algún puesto gubernamental bajo.
Y no podemos olvidar, dentro de esta serie de muñecos hilados, a Gerardo Fernández Noroña. Un circo aparte este señor, quien de igual manera protesta afuera e intenta meterse por la fuerza a Palacio Nacional, se pelea con su compañera Ruth Zavaleta, provoca revueltas en el tribunal de la cámara de diputados, habla pestes del informe presidencial. Fernández Noroña, al igual que AMLO y Juanito, eran militantes del PRD y después del PT, albergue de experredistas.
Noñora sólo es comparable con el "dipuhooligan", Christian Vargas, quien rompe puertas en la Asamblea Legislativa, roba bicicletas y no terminó ni la prepa; curiosamente, es encomendado para dirigir la capacitación parlamentaria. Vaya que si para ocupar un puesto gubernamental no se requiere talento o ser un erudito en conocimiento general.
A éstos sujetos se les reconoce más por éstos accidentes y disturbios polémicos, que por su actividad política. Pero qué más se puede esperar de ellos, si México es un circo, donde ellos tan sólo son marionetas políticas.
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