Ya está claro que cada quien tiene derecho de pasarlo o no, aunque la Ley Federal de Radio y Tele subraye con negritas que corresponde a la nación el dominio directo de su espacio territorial y, en consecuencia, del medio en que se propagan las ondas electromagnéticas. Textual.
Otro artículo, el cuarto, dice que la radio y la tele constituyen una actividad de interés público y que el Estado deberá protegerla y vigilarla para el debido cumplimiento de su función social. Si mantener informado al televidente de las porpuestas y confrontaciones de los aspiranets a la Presidencia de la República no es una función social, no sé cuál sea, entonces.
No es autoritarismo el que un candidato pida que se transmita en t.v. abierta, es exigir a los responsables de los Medios de Comunicación Masiva que cumplan con la divulgación de contenidos con orientación cultural y cívica, como dice el artículo 6°, y que las televisoras se encadenen cuando se trate de transmitir información de trascendencia para la nación, a juicio de la Secretaría de Gobernación, como dicta el 62.
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Azcárraga ha tomado la otra ruta. Tanto ha crecido la indagación, que quizá muchos prefieran ver el debate, y después sólo saber el resultado del partido de la discordia, que tanto añora Salinas Pliego para aumentar el rating. Tan desesperado el pobre...
Si será interesante, más porque AMLO tiene varios ases bajo la manga. Veremos qué tanto Mota puede soportar la presión (esperemos que no se nos desmaye), qué tanto Peña Nieto aguantará los ataques y no sólo hablar lo que le anotaron en el teleprompter, y a ver qué sorpresa nos tiene el adoptado de Elba Esther. Muy pronto en su canal de tele abierta.
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