Por un tiempo, creí que era mejor que Anderson Silva, cuando éste último peleaba como un Mohammed Alí en estado de ebriedad. Georges no era mucho más espectacular que cuando venció a Serra, Hughes o B.J. Penn, pero ofrecía peleas tácticas, seguras y con gran despliegue de técnicas, de boxeo elemental arriba a un double leg takedown, de una posición con el contrario en guardia completa, a una montura o un crucifijo. Un dominio que quizá La araña también podría hacerlo, pero optaba por la fanfarronería.
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Aunque Nick perdió contra Condit, en una decisión que me parece favoreció al rival limpio y bien portado más que al que demostró mejor capacidad de artista marcial mixto, y a pesar que declaró retirarse por ese tipo de comportamientos en los altos mandos de la UFC, me parece que Georges tiene que cuidar su lesión para que la evolución sea pertinente, regresar en noviembre contra Condit, vencerlo, y llamar a Díaz para una pelea, quizá no por el cinturón, quizá no en UFC, pero esa cuenta pendiente es una daga que permanecerá en toda la carrera de St-Pierre hasta que se resuelva porque, de no ser así, Díaz habrá tenido razón: GSP tenía miedo.
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