sábado, 9 de enero de 2010 | By: El Nazareno

¡Ay nanita, qué frijol!


De un día para otro, gozaba de un fin de diciembre y principio de enero agradable con un calor soportable y acogedor, para amanecer con un día nublado y con corrientes de aire un poco frías. Indudablemente, el fenómeno me desconcertó y creí que era cuestión de unas horas, incluso un par de días, para que ello se solucionase.

Vaya sorpresa. El frío aumentó de manera considerable, no solamente en el país -creyendo, al principio, que se trataba de un frente frío que azotaría a la nación unas 72 horas-, sino que se han registrado temperaturas incluso de 19 grados bajo cero, como en Moscú (recordando que la temperatura de cero grados centígrados es el punto de congelamiento del agua).

No vayamos tan lejos. En Durango, estado al noroeste de México, se registraron hoy 11 grados bajo cero; no es de extrañarse que haya más de la mitad de ausentismo en las escuelas y el precipitado cierre de carreteras como la del ajusco, para evitar accidentes por la caída de aguanieve en la zona.

¿Aquí? se esperan registros de 4 a 2 grados celsius. Un mejor panorama que en muchos de los estados altos, pero no más favorable para los capitalinos.

Y aunque muchas personas se trastornan por confundir el calentamiento global con las temperaturas actuales, no es de extrañar: en el calentamiento global aumentan los grados de la corteza terrestre pero no modifica el clima, que es el promedio de la temperatura, precipitaciones y demás fenómenos climatológicos. El calentamiento global continúa.

Ya hay una muerte ocasionada por hipotermia registrada, pero según las Agencias CNT/ANTAM, "Ni la Coordinación Estatal de Protección Civil, ni la Secretaría de Salud, han querido oficializar el número de personas fallecidas a causa de los efectos de la onda gélida".

Pero ello muchas personas lo toman como pretexto a su favor: si es por trabajo, justifican su ausencia; si es para una fiesta o un evento parecido, ni una avalancha los detiene. Debería ser al revés; pero quién arranca de golpe costumbres de raíces tan arraigadas como la mentalidad conformista del mexicano.