Si no, recuerden cuando Carlos Salinas de Gortari aseguraba que México ya era un país de primer mundo. La tempestad de críticas fue monstruosa, sólo por aquel comentario, consecuencia del pacto entre los países de América del Norte (que no sólo es Estados Unidos, por aquello de que se hacen llamar norteamericanos) con el TLCAN; Calderón tropieza con la misma piedra diciendo que con infraestructura sí estaremos en el primer mundo, cuando seguimos siendo un país en vías de desarrollo, con una deuda externa que pinta para eterna, y con un nivel de pobreza notable.
No es tan fácil decir que se ha avanzado en materia de salud por un proyecto social como el Seguro popular, cuando hay escasez de medicinas en muchos de los Centros de salud o un matrimonio tiene que dar dos o tres vueltas para que vacunen a su hijo, porque llegó media hora antes del cierre y tiene que ser hora y media antes.
Tampoco es sencillo decir que se han dado grandes golpes a la delincuencia organizada y que el Gobierno Federal va ganando la batalla contra el narcotráfico, cuando la cifra de muertos por dicho fenómeno aumenta cada vez más y aterroran en mayor cantidad a la población; no es un avance decir que el cobro por el "derecho de suelo" es un delito, cuando la aplicación es al azar o por selección.
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No es grato escuchar decir a un irresponsable, entre muchas otras tonterías, que tenemos que pactar con los delincuentes, cuando son los mismos que nos extorsionan, secuestran y matan. No podemos dar más reverencia a este tipo de sujetos, que ya se han metido hasta la cocina, porque en verdad sería ilógico, como darle la razón a un expresidente que "decía cualquier tontería; total, ya se iba...".
Y qué decir del catarrito de Carstens, del modus vivendi del mexicano para Ernesto Cordero y de muchos otros políticos mexicanos. Si el pez por la boca muere, es un bonito suicido de algunos tiburones.
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